Cachitos

De Marieta me gusta todo, desde el dedito gordo del pie hasta ese rizo moreno y rebelde que le cae sobre la frente. A Marieta me la comía en cachitos: sus pechos, su cintura estrecha, sus orejas pequeñitas y esas pestañas largas, batientes, de mariposa en verano. Adoro todas sus fracciones, mi Marieta, tan bonita, que me la estrujo, que me la troceo, que me bosteza ¡Qué cansancio! mientras se pinta las uñas o se alisa el pelo o lima sus talones para que estén suavecitos. Boba, estás más linda partida, le contesto, porque todas tus partes son lindas... Entera no, entera no.

Y así pasan los años: el mundo se moderniza, nuestros niños crecen, la ciudad progresa, Marieta se envejece dedicada a sus fragmentos, esos párpados que caen, esa mano que se agrieta, esa boca que grita, esa boca que grita, esa boca que grita y que no deja de gritar.

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Esta es la historia que me inspiró la imagen de Stanley Kubrick (sí, el director), propuesta como disparador desde el blog EL BIC NARANJA 

Así funciona la mente, finalista en La Microbiblioteca

Para mí es una gran alegría que este relato haya llegado a las deliberaciones finales en La Microbiblioteca de Barberá, junto con textos de amigos y admirados como Anna Jorba, Ángela Torrijo, Ezequiel Barranco y Paloma Casado. Todos serán publicados en la recopilación final del año, pero por ahora podéis leerlos AQUÍ. Y el mío, además, me lo traigo a mi blog esperando que os guste.
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ASÍ FUNCIONA LA MENTE

Ilustración de Gabriel Pacheco
El cerebro humano está diseñado para relacionar acontecimientos autónomos mediante conexiones causales. Biológica, ineludiblemente. Por ejemplo, pongamos que el tímido Sr. Pou adora a la Srta. Vera desde niño y que esta tarde se atreve por fin a convidarla a una tetería. Y supongamos que, tras la audacia, el Sr. Pou tropieza perdiendo el equilibro y apoya su mano (involuntariamente) sobre el voluptuoso pecho de la joven. Bien. Imaginémosla ahora a ella, desconcertada y brusca, declinar la invitación alegando una repentina jaqueca. Es evidente que el Sr. Pou vinculará tetería con busto y traspiés con rechazo sin advertir que, de no haberse producido el bochornoso percance, la Srta. Vera podría igualmente haber rehusado la propuesta. Se trata pues de dos eventos independientes, aislados, entre los cuales la mente del Sr. Pou ha establecido una correlación causal sin motivo alguno.

O al menos eso es lo que está pensando el Sr. Pou, ahora, mientras se esfuerza por no adormilarse. Y es que la mente siempre acaba por encontrar un argumento que le permita sobrevivir a la tragedia. Aunque sea absurdo. Aunque sea tarde. Aunque el Sr. Pou ya se haya cortado las venas.