Verdaderas amigas.


Una pequeña niña se acercó a otra notoriamente más espigada y alta, y le preguntó por qué sus padres y hermanos insistían en decirle que no existía, que se trataba solo de una amiga imaginaria.

-No me vengas otra vez con lo de tu familia. Ya te he dicho que ellos solo están en tu mente -precisó la más alta.

-Está bien -respondió la pequeña, titubeante, mirándose las manos, como si de ese modo pudiera evitar que se desvanecieran. 

Ricardo Sumalavia, Enciclopedia mínima, Fondo Editorial PUCP, 2004.

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