Áspero abrazo (Concha Fernández González)



Me dormí a la orilla de un lago junto a un árbol de tronco retorcido. De pronto, sus raíces comenzaron a salir de la tierra como manos sarmentosas y a recorrer mi cuerpo. Exploraban mis rincones con la misma avidez que un animal hambriento. Molesto por aquella insistente caricia que no deseaba, las retiré entre sueños, pero ellas volvían. Aquellas extremidades leñosas persistían en su obstinado recorrido, aprisionando mi cintura cada vez con más fuerza. Inquieto, las sacudí de nuevo, esta vez con saña, intentando librarme de su asfixiante abrazo. No lo conseguí. De repente me encontré entre las manos un objeto cortante. Sin pensarlo, golpeé con él las raíces hasta que, soltándome, cayeron al suelo. Un líquido caliente brotó de su interior y me mojó la cara. Me limpié con la hierba, que parecía un lienzo, y continué durmiendo.
Cuando desperté, ella yacía ensangrentada a mi lado. Le faltaban las manos.

2 comentarios: