(Hace 200 años, los escoceses construyeron un faro mar adentro. Su base solo es visible cuando baja la marea.)
Cuentan que trabajaba allí para superar el pánico al agua que padecía desde niño. Pero la vio nadando desde la linterna, y a partir de entonces, cuando el temible Mar del Norte llegaba al primer piso, abría la ventana para acariciar sus escamas.
Dicen que la sirena tenía demasiado miedo al aire para alcanzar tierra firme, pero al alejarse arrastrada por las olas suplicaba: "Arrójate". Que pasaron muchos años amándose solo durante la pleamar, hasta que una mañana encontraron sus cadáveres ancianos tendidos sobre la roca. Nadie sabe si saltó al fin y la sirena arrastró su cuerpo ahogado para expirar juntos, o fue ella quien no quiso desprenderse de su cuello, y viéndola asfixiada entre sus brazos el infeliz se precipitó al océano.
En Arbroath aseguran que vencieron al miedo mucho antes, y vivieron juntos entre mar y tierra hasta que sencillamente llegó su hora. Y mirando hacia la luz de Bell Rock, hoy tristemente automatizada desde una lejana central en Edimburgo, se consuelan pensando que, suceda lo que suceda, el amor siempre nos permitirá respirar en un mundo irrespirable.