Eterna incertidumbre.

(En ENTC, escribimos micros en el mes de marzo sobre el tema "2084". Aún estás a tiempo de dejar tu relato o leer las diferentes propuestas en este enlace. Aquí va la mía.)


   El desconocido me abordó diciendo que venía del futuro. Según su narración, un 13 de diciembre de 2084, ojeando periódicos antiguos, vio una fotografía mía y de él, cogidos de la mano en una galería. Como no me conocía siquiera, sospechó que algo había hecho mal en la vida, que el Universo le enviaba un mensaje, y construyó una máquina del tiempo para viajar hasta aquel instante exacto en el que nos encontrábamos y pedirme que saliéramos juntos conforme al destino.

 Nunca supe si era verdad o se trataba de una bonita historia para conquistarme. Pero accedí y, con los meses, la cosa cuajó y nos casamos. Vivimos felices hasta que el 13 de diciembre de 2084, ojeando periódicos antiguos, Antonio no vio ninguna foto nuestra en una galería. Entonces me dijo que sospechaba que algo habíamos hecho mal, que el Universo le enviaba un mensaje, y partiría a buscarme de nuevo para intentar recomponer nuestras vidas conforme al destino.

    Nunca supe si era verdad o se trataba de una bonita historia para abandonarme. A veces sonrío y pienso que, en algún tiempo, Antonio está posando conmigo desde esa galería. Y otras que, en algún lugar, Antonio cuenta a otra incauta la misma estupidez inverosímil.

Creer


Arrastrando los pies y hasta los cuerpos, se encaminan agónicos hacia la población que divisaron entre dunas. Pero llegando a sus lindes, a uno de ellos le mordisquea la duda del espejismo. La ciudad, envuelta en un polvo macilento de calima, se va desdibujando progresivamente ante sus ojos. Su amigo recorre con júbilo las callejuelas, bebe de las fuentes, entra en la tetería. Y mientras, él, que apenas ha conseguido alcanzar una plaza solitaria y borrosa, muere de deshidratación sobre la arena hirviente del desierto.

Este microrrelato ha sido seleccionado para formar parte de la antología Érase una vez... un microcuento, de Diversidad Literaria. Es un honor para mí compartir páginas con tantos conocidos y hasta queridos amigos como Érika Gómez Leandro, Ana Fuster, Beatriz Carilla Egido o Enrique Angulo, entre otros. De más seleccionados me iré enterando, porque la antología es amplia y apetecible. ¡Felicidades a todos!


8 de marzo. La receta.

Esta semana el Ayuntamiento de San Javier me ha hecho el honor de concederme el PRIMER PREMIO en su concurso de  microrrelatos sobre la mujer. Quiero compartir con vosotros el texto, La receta, acompañado de una ilustración de Leandro Lamas, un fantástico dibujante de mi ciudad, para celebrar este día de orgullo y reivindicación.


Día de la Mujer, Leandro Lamas.
LA RECETA.

El doctor receta para su depresión unos sobres de sueños, advirtiéndole que es ella quien debe rotularlos. Cada tarde, sentada con su marido, escribe: una casa grande, que María apruebe derecho, tener nietos... Vierte al zumo y revuelve las partículas oníricas, que forman una espiral efervescente y se disuelven. Bebe despacio, a sorbos, esperando que una lucecita de entusiasmo alumbre su mirada. Pero no mejora. Un día su marido duerme la siesta y se enfrenta dubitativa al sobre en blanco, intentando recordar la última vez que soñó sola. Al fin escribe con letra temblorosa: "ser capitán de barco", y bebe el sueño. Tras seleccionar cuidadosamente la tripulación, leva anclas e iza velas en su propio mar, bajo un nuevo cielo.

Microcuento ilustrado.

He tenido la suerte de participar en el proyecto "Microcuentos por la ciudad", una intervención urbana que consistirá en  repartir microcuentos ilustrados por autores locales en lugares concurridos de Monterrey (México). Como soy una admiradora del mundo de la ilustración, me ha hecho mucha ilusión que Alberto Sáenz haya escogido este cuentito mío para proyectar su visión dibujada del mismo. ¡ Me encanta su estilo! Así que, con su permiso, me lo traigo al blog. 


Ilustrado por Alberto Sanz.

Ícaro

Ilustración de Benjamín Lacombe.


- ¡No te acerques más al sol!- gritó papá. Pero ya la bombilla incendiaba las alas de la pequeña falena, y se despeñó al mar de la colcha.


Y como...

Y como ya no le quedaba nada que ofrecerle, se arrancó la piel y la abrigó con ella.



Nota: Juan Luis López me ha hecho el regalo de ilustrar este micro. Él es el amigo que todo cuentista querría tener: hace unos dibujos geniales y le encantan los micros, así que a veces uno puede tener esta suerte. No dejéis de visitar su blog, donde hilvana nuestras historias a sus trabajos y las deja preciosas, pero preciosas. Muchas gracias, Juan.

Madrugar.



Madrugar. Desayunar.Trabajar. Comer.

Madrugar. Desayunar. Trabajar. Comer. 

Trabajar. Una flor en el buzón.

Presa.


Aquella palabra tan culta soñaba con fugarse del diccionario y vivir libre, como una proscrita, corriendo de boca en boca.